lunes, 6 de marzo de 2017

El Hospital

Henry Ford Hospital (La cama volando). Frida Kahlo, 1932.


Viernes 9 de diciembre de 2016.


No sé cómo llegué aquí pero el olor me espanta y no logro ver nada, apenas un ligero rayo de luz de un farol palpitante logra colarse a través de un pequeño agujero de la persiana que me impone su oscuridad haciéndome perder la noción del tiempo, la noción de todo, aquella persiana que marca una frontera...allá afuera la realidad, aquí adentro el tiempo paralizado, mis temores condensados, rostros desconocidos, laberintos mentales que poco a poco me devoran... Comienzo a desesperar.
¿Dónde mierda estás? 
Imagino tu rostro. Te imagino cobarde. Giro en esta cama de una plaza y media tratando de encontrar algún rinconcito que se sienta mío. Todo es ajeno, esta mierda es ajena a mí ¿En qué cabeza cabe tanta crueldad? No comprendo, muerdo mis labios y sangro...Estoy viva al parecer...pero esto ya dejó de ser vida hace tiempo. 
Mi vida se quedó flotando en esa bañera, mi vida se esconde en el agua turbia, mi vida comienza a deslizarse a través de las cañerías y regresa a esa nada que creí desconocida pero que comienzo a experimentar.
No siento nada. Vacío que no puedo llenar. Vacío que se expande hasta hacerme sentir nada, hasta hacerme sentir que yo soy nada. Y de esa forma, sintiéndome nada, lo quería todo. Renegando de mi naturaleza, aferrándome a mi eterna contradicción, caminando sobre un suelo antagonista...quise tomarlo todo con mis manos y ese todo lo basé en ti.
No pensé que sería tan caro. No pensé que terminaría pagando este precio. ¿Por qué me dejaste aquí? Me desplazo en este pasillo inmenso y no reconozco a nadie, todos me miran pero realmente no lo están haciendo...hace tiempo nadie lo hace, solo soy una historia clínica más...un caso a observar, una lista de pastillas y medicamentos para dormir. 
Observo aquellos rostros y me pregunto qué historias tienen por contar y cuánto dolor en ellas...Jamás me sentí tan miserable, tan desorientada, tan incapaz. He tocado fondo tratando de obtenerlo todo, toqué fondo porque en ese intento terminé vacía...He tocado fondo y no sé si quiero salir de aquí, no sé si puedo realmente salir de aquí.
Anduve buscando mi lugar en este mundo. Anduve tratando de hacerme un hogarcito en algún lado de esta ciudad. ¿Acaso finalmente estoy en donde me tocaba estar todo este tiempo? ¿Acaso esta clínica psiquiátrica es mi lugar?
Me siento fuera de sitio e intento pensar si realmente tengo uno...No lo tengo. Quise hacerme un sitio en tu cama, en la curva de tu antebrazo al dormir, en tu paladar al saborear mis besos cada mañana, en las palmas de tus manos secas que observé con atención durante horas tratando de encontrar un mapa que me guiara, que me planteara un horizonte hacia el cual andar. Y no tengo nada más que la boca deshidratada por estos medicamentos y la ausencia de ti, no tengo nada más que una pijama desechable que cubre mi cuerpo, no tengo nada más que la mirada perdida, desorientada, muerta. Soy un cadaver, me observo frente al espejo y eso es lo que veo. Me aprecio y me desprecio. Me aprecio y te desprecio.



Escrito el 9 de diciembre, en una hoja de papel que pedí a un enfermero al abrir los ojos a la mañana siguiente luego de haber sido internada la noche anterior en un hospital psiquiátrico en París sin consentimiento.