Ser parte de algo...
Tenía mucho miedo de un día darme cuenta que no era parte de algo. No sabía qué era exactamente, pero estaba obsesionada con el simple hecho de sentirme "parte de". Quería ser una pieza de algún rompecabezas o el complemento de alguien más, quería sentir que había alguien en el mundo necesitando de mí, quería sentirme un elemento dentro de un todo más grande. Quería estar ahí porque estarlo significaba para mí que existía para otros, que podían verme, que podían sentirme, que podían oírme...aunque en realidad no fuera tanto así.
Esta obsesión me ha llevado a aferrarme y a sentir dolor cuando sabía que debía renunciar. No estoy acostumbrada a renunciar, lo sentía como una perdida, como un fracaso y no fui educada para reconocer algo así como parte de mi vida, no fui preparada para fracasar ni para tocar fondo, no fui preparada para fallar sin culparme a mí misma por hacerlo, no fui educada para sentirme humana.
Tercamente me fui encerrando en mi propia mente como si fuera una adicción y fui negándome a ver que aquello que tanto me resistía a soltar no era una pérdida real, sino la posibilidad de encontrar algo más, de ganar mucho más de lo que esperaba...No me gustaba pensar en posibilidades, yo vivía anclada en esta manía por buscar certezas y entonces me dediqué a escapar de la posibilidad de conocer a alguien a quien evadí una y otra vez pero que siempre estuvo ahí: yo. Y al tratarse de una posibilidad, una que dependía solo de mí, sentí una presión encima que constantemente quise hacer a un lado, volviendo una y otra vez a aquellas cosas que sabía que no quería en mi vida, a personas que sabía que no me hacían bien. No porque fueran buenas o malas, porque entiendo ahora que la gente no es completamente buena ni completamente mala y que ver la vida en polos radicalmente opuestos puede ser peligroso, sino porque yo necesitaba algo diferente y ellos también, y sobre todo, porque antes que otros me hicieran bien, se trataba de que yo supiera hacerlo conmigo misma.
Es bien complejo...y cuando me decían que me diera un tiempo para mí o cuando cada persona a mi alrededor me daba algún consejo, yo solo me quedaba con un gran signo de interrogación en mi cabeza, absorbida por la duda de no saber qué significaba eso.
¿Qué significaba darme un tiempo para estar conmigo misma? ¿Cómo diablos se hace eso?
Comencé a sentir ansiedad. Y una pregunta revenía constantemente a mi mente: ¿Quién soy?
Empecé a sentir que me mareaba en un mar de interrogantes y yo no sabía nadar sobre ellas. Sentía que las olas de dudas y preguntas sin resolver me jalaban consigo y me arrastraban violentamente una y otra vez. De pronto, cuando al fin conseguía asomar mi cabeza fuera del agua para tomar algo de aire, me di cuenta que no sabía cómo hacerlo. ¡Imagínense, no sabía cómo respirar!
Algo tan básico para todos y yo no sabía cómo hacerlo conscientemente. Todo lo hacía en modo automático y al tratar de pensar en el acto mismo de respirar, me sentí perdida, frustrada, impotente. ¿Cómo hacer algo que es tan básico para que yo viva?