Tu boca de corazón.
Labio inferior.
Mor-der-te.
Volver a empezar.
Do menor
Fa mayor
Observo tu espalda.
Me cuelgo de ti.
Sonríes.
Y ahí mismo encuentro mi hogar.
Té, café, miel.
Girarme hacia ti por las mañanas.
Sentirte.
O-ler-te.
Eres mi boleto de ida y vuelta.
Entonces vuelvo a aterrizar.
Sobre tu pecho.
Tus rodillas.
Las palmas de tus manos.
Tu vientre.
Tu boca rendondita.
Tus ojos color mar.
Un invierno.
Un verano.
Las estaciones.
Y nosotros, pasajeros.
Música para despertar.
Y la paz de hacerlo a tu lado.
De-le-tré-a-me
Y luego revolotéalo todo.
Te invito a pasar.
Te invito a bailar.
Te invito a estrujarme el alma.
Y a cosechar cerezas sobre mis costillas.
Miedo, a veces está, a veces no.
¿Y si te quedas un ratito más?
Me gusta enredarme los cabellos con tus manos.
Me gusta mucho que estés aquí.
Me estás haciendo bien.
Quiero
Necesito
Volver a empezar.
jueves, 11 de julio de 2019
sus-pi-ro
Qué sabre yo de aquellas cicatrices que se vuelven marcas de guerra, si he pasado tanto tiempo observándolas desde la compasión.
Qué sabré yo sobre los pedazos de corazón que se me escaparon ahí cuando el viento soplaba muy fuerte y yo abrí mis manos entregando las migajas de este que había conservado entre mis dedos.
Qué sabré yo de las constelaciones de lunares sobre tu espalda y de la comisura de tus labios deshidratados que me invitan a recitarles poemas desde el silencio.
Qué sabré yo del destino y de los malabares que me trajeron hasta aquí, a orillas de tu cama, sobre la cual yacen mis cabellos oscuros, inconfundibles a tus ojos.
Qué sabré yo sobre cuánto habrás de dolerme o sobre cuánto habré de sonreir gracias a ti.
Mis piernas están temblando, mis manos también.
Suspiro
Respiro
Siento miedo
Siento ganas
Siento movimiento
Ahí donde creí que todo estaba muerto.
Qué sabrás tú de las noches y madrugadas de duelo que me tocó vivir y en donde fui mi peur verduga pero también mi mejor aliada.
Qué sabrás tú de los pasos errantes que hhe dado, mendigando un poco de amor, intentando regar ahí donde la vida no era posible, ahí donde la esperanza no podía crecer.
Qué sabrás tú de los fantasmas con los que he bailado, de los besos que he regalado, de los adioses que no supe pronunciar.
Qué sabrás tú de las ganas que tengo de respirarte de cerca y de dibujar mi refugio sobre la curvatura de la parte baja de tu espalda.
Qué sabrás tú de lo bien que me haces, de las revoluciones que provocas en mi mundo, de los vacíos que estás llenando.
Y quizás no lo sepas nunca. Quizás jamás te lo diga.
Quizás sea mejor así.
Me conformo con mirar nuevamente el océano que llevas en tus ojos, con sumergirme una vez más en ellos.
Vaya refugio el que he encontrado.
Tanta paz, demasiada paz.
Cambio y fuera.
Qué sabré yo sobre los pedazos de corazón que se me escaparon ahí cuando el viento soplaba muy fuerte y yo abrí mis manos entregando las migajas de este que había conservado entre mis dedos.
Qué sabré yo de las constelaciones de lunares sobre tu espalda y de la comisura de tus labios deshidratados que me invitan a recitarles poemas desde el silencio.
Qué sabré yo del destino y de los malabares que me trajeron hasta aquí, a orillas de tu cama, sobre la cual yacen mis cabellos oscuros, inconfundibles a tus ojos.
Qué sabré yo sobre cuánto habrás de dolerme o sobre cuánto habré de sonreir gracias a ti.
Mis piernas están temblando, mis manos también.
Suspiro
Respiro
Siento miedo
Siento ganas
Siento movimiento
Ahí donde creí que todo estaba muerto.
Qué sabrás tú de las noches y madrugadas de duelo que me tocó vivir y en donde fui mi peur verduga pero también mi mejor aliada.
Qué sabrás tú de los pasos errantes que hhe dado, mendigando un poco de amor, intentando regar ahí donde la vida no era posible, ahí donde la esperanza no podía crecer.
Qué sabrás tú de los fantasmas con los que he bailado, de los besos que he regalado, de los adioses que no supe pronunciar.
Qué sabrás tú de las ganas que tengo de respirarte de cerca y de dibujar mi refugio sobre la curvatura de la parte baja de tu espalda.
Qué sabrás tú de lo bien que me haces, de las revoluciones que provocas en mi mundo, de los vacíos que estás llenando.
Y quizás no lo sepas nunca. Quizás jamás te lo diga.
Quizás sea mejor así.
Me conformo con mirar nuevamente el océano que llevas en tus ojos, con sumergirme una vez más en ellos.
Vaya refugio el que he encontrado.
Tanta paz, demasiada paz.
Cambio y fuera.
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