Esta soy yo.
Hasta ahora (ya casi 4 años desde que tengo este blog "escondido") no he escrito nada en concreto sobre mí, sobre lo que soy ahora, sobre quién soy.
Y ya sé que esta pregunta puede ponernos en aprietos a muchos, me incluyo en ese grupo. Pero hoy, lunes a las 11 de la mañana, acompañada por una taza de chocolate caliente y las migajas de un sandwich mixto que devoré en 3 segundos, necesito escribir este post. Porque son muchas cosas las que están pasando y muy pocos los instantes que me permito enunciar lo que siento, que en realidad no conozco muy bien pues es la primera vez que me cuesta ponerle palabras. Y los que me conocen saben que la palabra nunca ha sido algo que se me dé difícilmente.
Entonces...¿Qué hago sintiendo esta necesidad de escribir un lunes por la mañana mientras todos han de estar correteando de un lado a otro en esta ciudad? Aquí, en mis doce metros cuadrados parisinos, siento que existo en una pequeña burbuja y por un instante puedo alejarme de todo lo que está sucediendo a mi alredor. Me gusta, me reconforta, me da cierta libertad esconderme aquí, hacer precisamente esto. Esconderme. Interesante verbo. ¿De qué? ¿De quién?
Tengo una manía por idealizar personas, situaciones, ciudades, etc. Siempre digo que antes de morir me gustaría vivir en 3 ciudades principalmente: París, Londres y Nueva York. Las tres son ciudades carísimas, donde trabajas para pagar la renta, sobrepobladísimas, con un ritmo de vida rápido, bastante agitado y sí, yo quiero vivir ahí. Por ahora vivo en París, ya van casi tres años y mi llegada a esta ciudad fue tan accidentada como todo lo que se da en mi vida.
Sinceramente no pensé que el tiempo pasaría así de rápido y que mi vida daría este giro de 360 grados en un dos por tres. Me agarró desprevenida y cuando todo cambió quise aferrarme con una fuerza que me sobrepasó por completo y aún con ello, nada volvió a ser lo de antes. Pienso en el tiempo que llevo viviendo aquí y luego siento miedo de lo que podría ser de mi vida de mudarme a una de las otras dos ciudades. Porque los procesos han sido complejos, porque he tenido muchas pérdidas y a pesar de ello, también he ganado cosas que no esperé ganar, que ni siquiera estaba esperando.
Así que esta soy yo, me confieso totalmente responsable y sin embargo no me siento culpable de ninguno de mis errores ni de mis aciertos, estoy en un momento de mi vida en que por primera vez puedo ver las cosas y reconocerlas como tales sin sentir verguenza por ellas.
Soy mucho más consciente ahora de que todos estamos rotos de alguna forma, todos tenemos miedos que están constantemente acechándonos y todos hacemos frente a los mismos de formas muy diversas, todos tenemos distintos procesos, todos tenemos secretos, todos tenemos vacíos y carencias, todos tenemos asuntos pendientes, etc.
La diferencia es que no todos somos capaces de reconocer que poseemos todo esto. Creo que en un contexto donde nos obsesiona ser productivos en todo sentido de la palabra, suprimir o sobre todo negar nuestras emociones, sobre todo aquellas de tonos más grises y oscuros, es un elemento fundamental en nuestra estrategia por estar a la altura.
Paralelamente, nos bombardean con discursos sobre ser valiente y superar los problemas, sobre ser felices y amarnos a nosotros mismos. Como si fuera fácil, como si efectivamente pudiésemos leer un manual para ser nosotros mismos (jaja esto me hace pensar en que hace unos meses una blogger de mi país literal publicó un libro con este título) y seguir una serie de pasos que nos permitirán alcanzar todo lo que añoramos, resolver esas dudas existenciales que pisoteamos pero que están ahí dentro de nosotros esperando que nos lancemos a desenredarlas de a poco.
No hay una fórmula, la verdad es que personalmente me ha tocado repetir mis errores una y otra vez y confieso que aún con ello, a pesar de que cada vez que me caí aprendí algo nuevo, todavía puedo decir que de vez en cuando se me antoja tropezar con la misma piedra por el simple placer/morbo de hacerlo. Soy humana, pues. Sí, eso es lo que soy.
Soy una estudiante de maestría con una formación en sociología y me siento la "menos" socióloga de mi grupo de colegas (aunque estoy segura que muchos pueden sentir esto constantemente) porque también he internalizado esa serie de expectativas y no me siento conforme el 90% de mi tiempo.
Lo reconozco, tengo todavía dudas alredor de mi carrera, y no es pecado tenerlas. Además, me doy cuenta que jamás he estado realmente "soltera". Voy de una relación a otra, algo que mi psicóloga llama dependencia emocional y que ya es muy común en todos los blogs de psicología y mindfulness. Sí, tengo carencias emocionales, tomé pastillas algún tiempo y solo redujeron mi capacidad de concentración y mi memoria, tuve depresión y ansiedad, relaciones tóxicas (infinitas), relaciones por simple costumbre también, me enamoré y me rompieron el corazón, me lo hicieron trizas, me mudé a otro país por estudios pero también por amor, me considero feminista y sin embargo también tuve miedo de hablar cuando me vi en un círculo de violencia del cual no supe cómo salir inmediatamente y en el que volví a entrar una y otra vez hasta que simplemente un día me cansé.
Ya, bastante caótico no? ¿Qué pasaría si pusiera todo esto en la descripción de mi perfil de tinder? ¿Me darías like? ¿Me propondrías ir por un trago?
Y sí, soy algo más que mis fotos coloridas y con aires latinoamericanos, que mis diplomas y mis logros académicos, que mis bromas en doble sentido y mi sarcasmo que hace reír, que mis viajes por el mundo y mis decisiones arriesgadas que muchos aplauden. Tengo más matices, tengo también un lado oscuro y todos esos grises también hacen lo que soy. Ni negro, ni blanco. Toda una escala de colores y grises. Pero es más fácil ser duro con uno mismo que reconocerse honestamente y abrazarse tal como uno es.
Por primera vez me siento cansada de conocer gente, de presentarme y decir lo que estoy haciendo aquí, de leer entre líneas las señales que otros me puedan enviar, de moverme en base a códigos de interacción y de medir lo que entrego en base a ello. ¿No les parece algo pesado?
Las relaciones pueden ser complicadas y no hablo solo del amor, hablo de todo tipo de relaciones y a veces solo te llega ese momento en que te importa/ necesitas trabajar la relación que menos cuidas y en la que menos solemos invertir: la relación con uno mismo.
Así que hoy he decidido estar conmigo y dejar que todo pase. No me siento triste y si lo estuviera no habría de qué preocuparse. Nos inquietamos cuando vemos que alguien manifiesta una emoción que no va con lo que se nos exige para encajar en este ideal de productividad. Pero lo cierto es que negarlas no significa que ellas no estén ahí, es cuestión de dejarlas estar, de dejarnos sentir.
¿Qué podría resultar mal de ello?
Cambio y fuera.
lunes, 22 de octubre de 2018
jueves, 16 de agosto de 2018
Pies libres
"No sé si yo soy el destino que tienes en tu mente, quizás puedo ser en tu vida un error excelente."
Así me siento ahora, bastante bien.
Ven, que te quiero ver :)
jueves, 2 de agosto de 2018
Catarsis
Tengo que exteriorizarlo, pronunciarlo, verbalizarlo para poder masticarlo, digerirlo, dejarlo ir, soltarlo. Siento esta nebulosa cada vez un tanto más pesada, no tengo idea clara ni cronología exacta sobre cada acontecimiento que me trajo hasta aquí, pero me siento extraña, me siento en el limbo.
No logro distinguir más el cielo del infierno y a decir verdad, desconfío de ambos.
En los últimos tres años pareciera que lo he visto todo y en el fondo sé que todavía me espera más. No me genera ansiedad, tampoco esperanzas, me siento indiferente, me siento en piloto automático. Gente que entra y sale de mi vida como si en ella hubiesen múltiples habitaciones, como las puertas que se abren y se cierran de los hospitales y detrás de cada una yace una historia, un enigma todavía indescifrable para mí. Me observo y no soy más que un montón de materia, de órganos funcionando y al mismo tiempo soy un gran y profundo vacío.
Me siento desgastada, cansada, pero no lo suficiente para detenerme y encontrar esa fuerza que me impulse a cambiar de página. Me quedé en puntos suspensivos y sin idea alguna de cómo escribir la última línea o quizás el siguiente capítulo...e incluso sin noción de cómo escribir un final.
Un golpe más mortal que el otro. Pero al fin y a cabo, me encuentro herida y no tengo más espacio en mi cuerpo para soportar una nueva cicatriz.
No me queda más espacio para otra marca de guerra, porque estoy cansada de vivir así, siempre jugando con la muerte, retándola, gritándole que soy más fuerte que ella cuando en verdad no lo soy.
Escribo cuando las cosas andan claramente mal. La última vez que escribí algo fue en marzo. Las cosas comenzaban a ponerse nuevamente oscuras pero yo permanecí ahí firme para negarlo una y otra vez.
Quería ser parte de algo, lo que fuera, con quien fuera, quería simplemente salir de aquella casa llena, llenísima de recuerdos y nostalgia para avanzar hacia eso que todos llaman con excitación "futuro". Que cuando las cosas se quieren realmente, entonces se pueden lograr. Que había que poner de mi parte para dejar los malos hábitos y construir una relación saludable. Que el secreto estaba en el cambio, en ceder, en negociar con el mundo mi visión de este, mis expectativas y mis idealizaciones. Tonterías, viles tonterías.
Pies sobre la tierra, Andrea. Me lo repetí una y otra vez. Y de nuevo, me encontré al cabo de unos cuantos meses con el corazón roto nuevamente, llorando no solo por eso sino por todas las penas que había acumulado en los últimos años, llorando absolutamente todo.
Intento exteriorizarlo para comprender esta ansiedad, este bultito en el pecho y estas pocas ganas de respirar. Me he sentido abandonada. Una y otra vez. Y esta última vez , el vaso simplemente se derramó. Estas ganas de ser parte de algo más me consumen. Por un lado sigo en la misma espiral de ir detrás de ello, de construir una nueva historia con alguien más, de creer, de confiar, de amar. Y al mismo tiempo, por primera vez, siento muchas ganas de esconderme, de encerrarme en esta habitación para evitar absolutamente cualquier contacto con los demás. ¿Acaso quiero estar sola? ¿Qué es lo que realmente quiero?
Lo cierto es que siento sobre mí toda esa oscuridad que nunca antes me atreví a conocer. Tengo miedo, tengo muchísimo miedo. Porque conozco el proceso, porque conozco la secuencia y porque puedo, desde ya, verme nuevamente ahí con una cicatriz más y otra guerra perdida.
Necesito una pausa, necesito tiempo, no sé precisamente para qué ni hasta cuándo, simplemente siento que lo necesito.
Cambio y fuera.
No logro distinguir más el cielo del infierno y a decir verdad, desconfío de ambos.
En los últimos tres años pareciera que lo he visto todo y en el fondo sé que todavía me espera más. No me genera ansiedad, tampoco esperanzas, me siento indiferente, me siento en piloto automático. Gente que entra y sale de mi vida como si en ella hubiesen múltiples habitaciones, como las puertas que se abren y se cierran de los hospitales y detrás de cada una yace una historia, un enigma todavía indescifrable para mí. Me observo y no soy más que un montón de materia, de órganos funcionando y al mismo tiempo soy un gran y profundo vacío.
Me siento desgastada, cansada, pero no lo suficiente para detenerme y encontrar esa fuerza que me impulse a cambiar de página. Me quedé en puntos suspensivos y sin idea alguna de cómo escribir la última línea o quizás el siguiente capítulo...e incluso sin noción de cómo escribir un final.
Un golpe más mortal que el otro. Pero al fin y a cabo, me encuentro herida y no tengo más espacio en mi cuerpo para soportar una nueva cicatriz.
No me queda más espacio para otra marca de guerra, porque estoy cansada de vivir así, siempre jugando con la muerte, retándola, gritándole que soy más fuerte que ella cuando en verdad no lo soy.
Escribo cuando las cosas andan claramente mal. La última vez que escribí algo fue en marzo. Las cosas comenzaban a ponerse nuevamente oscuras pero yo permanecí ahí firme para negarlo una y otra vez.
Quería ser parte de algo, lo que fuera, con quien fuera, quería simplemente salir de aquella casa llena, llenísima de recuerdos y nostalgia para avanzar hacia eso que todos llaman con excitación "futuro". Que cuando las cosas se quieren realmente, entonces se pueden lograr. Que había que poner de mi parte para dejar los malos hábitos y construir una relación saludable. Que el secreto estaba en el cambio, en ceder, en negociar con el mundo mi visión de este, mis expectativas y mis idealizaciones. Tonterías, viles tonterías.
Pies sobre la tierra, Andrea. Me lo repetí una y otra vez. Y de nuevo, me encontré al cabo de unos cuantos meses con el corazón roto nuevamente, llorando no solo por eso sino por todas las penas que había acumulado en los últimos años, llorando absolutamente todo.
Intento exteriorizarlo para comprender esta ansiedad, este bultito en el pecho y estas pocas ganas de respirar. Me he sentido abandonada. Una y otra vez. Y esta última vez , el vaso simplemente se derramó. Estas ganas de ser parte de algo más me consumen. Por un lado sigo en la misma espiral de ir detrás de ello, de construir una nueva historia con alguien más, de creer, de confiar, de amar. Y al mismo tiempo, por primera vez, siento muchas ganas de esconderme, de encerrarme en esta habitación para evitar absolutamente cualquier contacto con los demás. ¿Acaso quiero estar sola? ¿Qué es lo que realmente quiero?
Lo cierto es que siento sobre mí toda esa oscuridad que nunca antes me atreví a conocer. Tengo miedo, tengo muchísimo miedo. Porque conozco el proceso, porque conozco la secuencia y porque puedo, desde ya, verme nuevamente ahí con una cicatriz más y otra guerra perdida.
Necesito una pausa, necesito tiempo, no sé precisamente para qué ni hasta cuándo, simplemente siento que lo necesito.
Cambio y fuera.
martes, 20 de marzo de 2018
Ganas
Tengo ganas de escribirte, pero miedo de confesarte que llevo ya algún tiempo pensando cada día en ti y que he atado mis manos y piernas para no correr allí donde el sol se asoma sobre tus ojos y tu piel.
Tengo ganas de escribirte, pero miedo de darme cuenta que una vez más habría de ser un gran error y de luego encontrarme con el corazón hecho trizas llorando sola en esta habitación.
Tengo ganas de escribirte, de decirte que todavía ando por aquí, respirando a veces a medias, pero al fin y al cabo jamás me fui...y sin embargo, el miedo una vez más me dice que tengo mucho más que perder que encontrar en tu boca llena de omisiones y pecado, en el rinconcito entre tu cuello y el inicio de tu barba...sí, todavía te recuerdo milimétricamente... y ojalá algún día el universo me perdone esto, ojalá me lo perdone yo misma.
Tengo ganas de escribirte como para aferrarme a ti...pero intento yo misma aplastar mis malos hábitos, mis viejos vicios... Intento construirme un mundito independiente, un nuevo hogar lejos, muy lejos de ti... Tengo ganas de escribirte con alguna excusa tonta de por medio, sentarme frente a ti con una taza de café en la mano, no decir nada para así decirlo todo...que hace tiempo me di por vencida, que hace tiempo me dejé invadir por la pena y la nostalgia, que hace tiempo acepté que nunca te quedarías en mí.
Tengo ganas de escribirte y pues no lo haré.
Que me perdone el universo por estas ganas ilícitas de ti.
¿Habrás aún de pensar en mí?
Tengo ganas de escribirte como para aferrarme a ti...pero intento yo misma aplastar mis malos hábitos, mis viejos vicios... Intento construirme un mundito independiente, un nuevo hogar lejos, muy lejos de ti... Tengo ganas de escribirte con alguna excusa tonta de por medio, sentarme frente a ti con una taza de café en la mano, no decir nada para así decirlo todo...que hace tiempo me di por vencida, que hace tiempo me dejé invadir por la pena y la nostalgia, que hace tiempo acepté que nunca te quedarías en mí.
Tengo ganas de escribirte y pues no lo haré.
Que me perdone el universo por estas ganas ilícitas de ti.
¿Habrás aún de pensar en mí?
sábado, 10 de marzo de 2018
Sanar de ti
Hay días en los que esta mochila pesa más de lo que estoy acostumbrada a cargar. La llevo todo el tiempo sobre mi espalda y, sin embargo, no siempre duele cargar con ella como lo hace ahora. Intento reflexionar más allá de las sensaciones inmediatas que esto me provoca, intento ver un poco más allá de mí y de mi soledad. Intento sin conseguirlo y de pronto me encuentro nuevamente perdida entre mis ideas y mis silencios, entre la presión de guardar el equilibrio aunque mi cuerpo insista en dejarse caer, aunque mi cuerpo se encuentre agotado, desmotivado, inmóvil.
¿Cuánto tiempo más hasta sanar?
Siento culpa. No me dejo cicatrizar. Es cierto que he roto con algunos hábitos destructivos que tiempo atrás hicieron que tocara fondo una y otra vez, generándome una adicción y, de vez en cuando, la engañosa sensación de calma como aquella que consigues una vez que crees haber llenado aquel vacío que te tiene viviendo en la ansiedad...Y con todo ello, este sigue ahí, es tu eterno compañero (¿O sería más bien un verdugo?) y la herida se hace cada vez más grande.
Entonces, vuelvo a preguntarme...
¿Cuánto tiempo más para sanar?
Renunciar a ti ha sido más duro de lo que esperaba. Renunciar a ti ha sido la experiencia más desestabilizadora que quizás me ha tocado vivir. Renunciar a ti se sintió como si me arrancasen el corazón y como si alguien pisoteara cada una de mis terminaciones nerviosas. Renunciar a ti fue lo más cerca que estuve a la muerte, no solo de entregarme a ella, sino de obsesionarme con ella.
Y ahora me encuentro lejos de ti en cuerpo...he tomado cada una de las decisiones que debía tomar para alejarte de mí, para no volver a ver de cerca aquellos ojos por los que tiempo atrás lo dejé absolutamente todo. Lo he logrado, no he vuelto a verte. A pesar de mis recaídas, a pesar de mi constante ensayo y error, a pesar de los instantes como este en los que me siento absolutamente sola...te mantuve lejos de mí. Pero no puedo engañarme.
Todavía me dueles y cada día que pasa te pienso. Desde que abro los ojos por la mañana, hasta cuando duermo. Te pienso en mis sueños, te pienso en mis pesadillas, te pienso en cada lugar por el cual transito, te pienso en cada "te amo" que pronuncio, te pienso en los instantes de rabia, te pienso en los de felicidad, te pienso...maldito seas...te pienso más de la cuenta, te pienso más de lo que debería...te pienso en silencio...existes en mi nostalgia, existes en la melancolía de lo que soy y lo que ya no soy, existes en el luto de lo que tuve que dejar ir, de todo aquello a lo que tuve que renunciar cuando tocamos fondo, cuando nos desvanecimos.
Quisiera poder suprimir tu rostro de mi mente, quisiera dejar de sentir ansiedad, quisiera dejar de comparar absolutamente todo contigo y con los momentos que compartimos, quisiera convencerme de que merezco algo mejor, quisiera efectivamente aceptar sin más preguntas ni cuestionamientos que todo lo que pasó efectivamente pasó y que estoy en donde me toca estar...Y solo siento que no puedo.
Por ratos quisiera huir, quisiera dejar esta ciudad, quisiera cambiarme de nombre, quisiera comenzar de nuevo y sin embargo soy absolutamente consciente que sea donde sea que vaya, tu recuerdo vendría conmigo, porque no puedo escapar de él, porque no puedo escapar de ti.
Y aquí sobre aquella lágrima que se desliza temerosa e ilícitamente sobre mi mejilla, vuelvo a hacerme la misma pregunta...
¿Cuánto tiempo más para sanar de ti?
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)