Hay días en los que esta mochila pesa más de lo que estoy acostumbrada a cargar. La llevo todo el tiempo sobre mi espalda y, sin embargo, no siempre duele cargar con ella como lo hace ahora. Intento reflexionar más allá de las sensaciones inmediatas que esto me provoca, intento ver un poco más allá de mí y de mi soledad. Intento sin conseguirlo y de pronto me encuentro nuevamente perdida entre mis ideas y mis silencios, entre la presión de guardar el equilibrio aunque mi cuerpo insista en dejarse caer, aunque mi cuerpo se encuentre agotado, desmotivado, inmóvil.
¿Cuánto tiempo más hasta sanar?
Siento culpa. No me dejo cicatrizar. Es cierto que he roto con algunos hábitos destructivos que tiempo atrás hicieron que tocara fondo una y otra vez, generándome una adicción y, de vez en cuando, la engañosa sensación de calma como aquella que consigues una vez que crees haber llenado aquel vacío que te tiene viviendo en la ansiedad...Y con todo ello, este sigue ahí, es tu eterno compañero (¿O sería más bien un verdugo?) y la herida se hace cada vez más grande.
Entonces, vuelvo a preguntarme...
¿Cuánto tiempo más para sanar?
Renunciar a ti ha sido más duro de lo que esperaba. Renunciar a ti ha sido la experiencia más desestabilizadora que quizás me ha tocado vivir. Renunciar a ti se sintió como si me arrancasen el corazón y como si alguien pisoteara cada una de mis terminaciones nerviosas. Renunciar a ti fue lo más cerca que estuve a la muerte, no solo de entregarme a ella, sino de obsesionarme con ella.
Y ahora me encuentro lejos de ti en cuerpo...he tomado cada una de las decisiones que debía tomar para alejarte de mí, para no volver a ver de cerca aquellos ojos por los que tiempo atrás lo dejé absolutamente todo. Lo he logrado, no he vuelto a verte. A pesar de mis recaídas, a pesar de mi constante ensayo y error, a pesar de los instantes como este en los que me siento absolutamente sola...te mantuve lejos de mí. Pero no puedo engañarme.
Todavía me dueles y cada día que pasa te pienso. Desde que abro los ojos por la mañana, hasta cuando duermo. Te pienso en mis sueños, te pienso en mis pesadillas, te pienso en cada lugar por el cual transito, te pienso en cada "te amo" que pronuncio, te pienso en los instantes de rabia, te pienso en los de felicidad, te pienso...maldito seas...te pienso más de la cuenta, te pienso más de lo que debería...te pienso en silencio...existes en mi nostalgia, existes en la melancolía de lo que soy y lo que ya no soy, existes en el luto de lo que tuve que dejar ir, de todo aquello a lo que tuve que renunciar cuando tocamos fondo, cuando nos desvanecimos.
Quisiera poder suprimir tu rostro de mi mente, quisiera dejar de sentir ansiedad, quisiera dejar de comparar absolutamente todo contigo y con los momentos que compartimos, quisiera convencerme de que merezco algo mejor, quisiera efectivamente aceptar sin más preguntas ni cuestionamientos que todo lo que pasó efectivamente pasó y que estoy en donde me toca estar...Y solo siento que no puedo.
Por ratos quisiera huir, quisiera dejar esta ciudad, quisiera cambiarme de nombre, quisiera comenzar de nuevo y sin embargo soy absolutamente consciente que sea donde sea que vaya, tu recuerdo vendría conmigo, porque no puedo escapar de él, porque no puedo escapar de ti.
Y aquí sobre aquella lágrima que se desliza temerosa e ilícitamente sobre mi mejilla, vuelvo a hacerme la misma pregunta...
¿Cuánto tiempo más para sanar de ti?
No hay comentarios:
Publicar un comentario