viernes, 13 de marzo de 2020

Fénix

Has vuelto a abrir esa herida. La misma que daba por olvidada, la misma que creí totalmente cicatrizada. La has vuelto abrir y a cambio me entregaste un ramo de astromelias. Las he tomado con mis dos manos, las huelo de cerca, te miro y no veo más en tus ojos aquel océano donde tiempo atrás me dejé ahogar sin luchar por sobrevivir. Has vuelto porque sabes que siempre te esperé. Que este corazón necio todavía lloraba ilícitamente tu partida, todavía fantaseaba con tu retorno. Has vuelto esperando encontrar nuevamente un refugio en mí, la incondicionalidad de saber que podrías contar con mis manos si alguna vez la vida se te vuelve un laberinto. Me has contado que estás planeando tu futuro, has cambiado el parqué de aquella casa que acabas de comprar, que estás cansado de lo efímero, que estás cansado de todas esas idas y vueltas, de esos aeropuertos, de las despedidas. Y sin embargo, te vuelves a ir. Me lo has anunciado, intentando ser transparente, sin pensar que con ello abres nuevamente mi herida, pero jamás has pensado más allá de ti ¿ Por qué habría de sorprenderme?
La herida se ha vuelto a abrir y me siento sangrar. Duele mucho, pero duele diferente. Porque yo he cambiado, porque entre estos vaivenes aprendí a estar conmigo misma, porque con las cenizas de todo lo que soñé contigo, construí mi propio hogar, ese que hace tiempo deje de buscar en ti. Entonces lloro, pero ya no siento culpa de hacerlo, dejo que el llanto sea, dejo que el llanto esté, porque sé que solo así podré soltarte al fin. Porque sé que es tiempo de dejarte ir. Porque sin querer me di cuenta que he dejado de esperarte, que he dejado de soñarte, que lo único que me restan son recuerdos, pero que ese amor que sentí alguna vez, ese amor loquito, ese amor enfermo, no puede ni quiero que renazca. Y vaya a saber el mundo cuánto hemos recorrido juntos, cuántas lágrimas he derramado, cuánta poesía he desperdiciado. Vaya a saber el mundo cuántas veces me he destruido y reconstruido, cuántas veces me he abandonado por ti, cuántas veces has apretado mi corazón a tu antojo y cuántas veces te lo he permitido sabiendo bien que nada estaba bien. Vaya a saber el mundo cuánto silencio habrá de existir entre tú y yo. Y así, poco a poco, tus cenizas se volverán polvo y yo habré al fin terminado de velarte. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario