martes, 30 de agosto de 2022

Desarmada

Un llanto anticipado con la esperanza de que duela menos. Voy preparando mis maletas, tengo un boleto sin destino fijo, sin fecha de vuelta. Son las 3 de la mañana y las pastillas no me ayudan a dormir. Me paseo descalza en aquel que llamábamos nuestro hogar, donde yacen nuestras fotos, las cartas y los besos que nos dimos de más.  En ese salón donde ahora solo quedamos mi ansiedad y yo. Y esa taza de té que jamás terminaré de beber.

A veces, cuando nadie me ve, me descubro estrujando tu almohada, oliéndola intensamente, a ver si encuentro un poco de ti, de tu aroma, de tu recuerdo, de aquel amor caliente y dulce de domingo al despertar. 

Te me fuiste, pero no fue una sorpresa, yo lo sabía desde hace un tiempo. Por ese entonces te había dejado de escribir, te había dejado de dibujar en mis sueños. Me andaba preparando, a ver si así podía doler un poco menos. El luto me invadió por adelantado. Y, sin embargo, dolió incluso mucho más. Inocente, tonta, me decía a mí misma por qué no me fui antes, antes de sentir todo esto por ti, antes de hacernos las promesas que nos hicimos, antes de permitirme soñar un futuro juntos, antes de que tu cuerpo se me vuelva una necesidad primaria, antes de que tu voz se vuelva mi única orientación para sobrevivir en este mundo.

No quiero hablar de ti, pero se me sale por los poros. Mi nostalgia gana la batalla. Amar-te resulto más difícil de lo que pensaba. Me siento desarmada, me siento des-amada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario