jueves, 20 de agosto de 2015

Sensaciones


Algo que encontré entre mis archivos...simples sensaciones...


Había algo que no me atrevía a decir, ni siquiera a pensar. Ya había mencionado lo mucho que me atormentaba ver pasar el tiempo cada vez más rápido, los calendarios eran viles jueces de lo que estábamos viviendo y arbitraban cada momento dentro de marcos y protocolos para medir su calidad. Adquirí consciencia inmediata de que no te tendría a mi lado para siempre y con el tiempo aprendí a tampoco desearlo. Pero te quería en este instante, te quería en mi presente y quería tenerte completo, sin limitaciones. Estaba cansada de las excusas que ponias, de aquellos argumentos que comenzaban a perder validez pero que ingenuamente y luego resignada, quise creer o hacer parecer que los creía. Yo sólo deseaba que si nos quedaba un segundo, en ese último pudiéramos consumirnos mutuamente y saciarnos, llegar a ese punto en que estuviéramos satisfechos por lo acontecido, lo vivido, lo llorado, lo reído, lo aprendido. No lo comprendía y quizás esta vez no quería entender nada más. Estaba harta de entenderlo todo, de simplemente asumirlo y guardarlo. Contradiccion desesperante que por un lado me exigía sacarlo todo y por otro me mostraba que era necesario guardarlo. O tenerte o perderte. Pero tenerte no significaba en lo absoluto hacerlo, era una ilusión, un deseo que se sabía utópico y absurdo. Era imposible tenerte, nunca lo hice, nunca lo haría y comenzaba a darme miedo la posibilidad de lograrlo.



Y una canción para digerir el momento...

lunes, 17 de agosto de 2015

Fotografía

La estampita dorada que une aquellos bordes, intersección donde se cruzan nuestros caminos accidentados, reloj de arena invertido, la tierra prisionera y prometida; permanece en aquel costado de mis huesos desechos. 
A hurtadillas, tu lengua seduce mi busto, se desliza lujuriosa por callejones desconocidos y oscuros, el olor a canela nos invade, el sabor de mi piel morena te acuchilla, subo y bajo como una niña que no se cansa, que se alimenta de tu energía.
La luna ya no se esconde, reposa sobre tu almohada, acompaña aquellas nubes grises cargadas de memorias que te resistes a olvidar. La luna recoge las penas que no terminamos de fumar, aquellas respuestas que no se enunciarán, las traiciones futuras, la enfermedad que nos espera. La luna abriga la distancia que se concentra sobre mis costillas encandiladas por tus pupilas, por tu aroma a anhelos frustrados, por tu reloj sin manecillas, por la poesía que derramas para sanar mis heridas.
La luna se vuelve compañera de aquellas fúnebres caminatas que aun no emprendo en ciudades desconocidas. La luna, se vuelve luz, medicamento, remedio, cura para mi alma intoxicada, ansiosa de probarte, ansiosa de tenerte y también temerosa de largarse.
Fotografío los instantes, deposito mi fe sobre horóscopos engañosos, mastico una por una mis penas, aquellas lágrimas que se derramaron en vano mientras tu boca pinta óleos sobre mi vientre y se asoma la aurora para recordarnos que el tiempo existe, que sigue corriendo como el agua del río y trayendo consigo más piedras con las cuales tropezar. Fotografío los instantes en mis ojos, te robo un pedazo de vida para hacerlo mi horizonte, para recordar que siempre puedo volver, que en algún lugar del mundo existe mi hogar.

miércoles, 5 de agosto de 2015

¿Dónde estás?

Desordenó mi alma, mi mente, mi cuerpo. Imponente, puso sus manos sobre aquel costadito entre mi vientre y el inicio de mis muslos donde tú solías recostarte y mordió mis labios mientras mi boca buscaba desesperada un poco de ese sabor a ti.
Luces tenues, sábanas blancas, un cuarto de hotel, conversaciones vacías, sentir que traicionaba una promesa que ya no existe, el luto que me dejó el darme cuenta que todo había muerto, que nunca hubo un tú y yo.
Lo siento. Siento no tener más las energías para creer en ti. Me arrastró el orgullo, mi ego, el dolor. Quiero salvarnos, quiero pensar que existe algo que salvar pero cada vez te siento más lejos, cada vez siento cómo mi corazón se hace más pequeño y frío.
Camino desorientada, recorro cada lugar donde nos perdimos en aquel verano adolescente que insistía en tatuar en mi memoria. Camino desorientada y por momentos ansío que me rescates, sentir tus manos brindándome calma... Pero ya no estás.
¿Dónde estás? ¿Por qué me dejaste aquí? ¿Por qué?
Duele tanto... Duele demasiado. No puedo más.

domingo, 2 de agosto de 2015

La respuesta

Me lo pregunté todo el tiempo... ¿cómo pudo hacerme tanto daño?
No quise ver que siempre tuve la respuesta: él nunca estuvo enamorado de mí.