jueves, 10 de septiembre de 2015

Animal

Aquel punto final se prolongó y cada segundo se desvaneció para dejarse morir sobre mis piernas. Las cicatrices que me dejó aquella historia se resistían a camuflarse y de vez en cuando era posible sentir un poco de dolor presionando mi pecho, estrechando mi corazón. No podía comprenderlo, tus mentiras (¿tus verdades?) no dejaban de torturarme. Cuánto cinismo, cuánta frialdad. No supe jugar de la misma forma, estuve desarmada, sólo quise confiar. Madrugadas sonámbulas, aire y tabaco, respiro una ciudad desconocida para perderme con la esperanza de quizás encontrarte en algún rincón, en algún cuerpo, en alguna lengua extraña. Maldito seas. Maldito seas. Tanta mierda, tanto amor, tanta traición. ¿Qué diablos quisiste de mí en todo este tiempo? Me arrebataste todo. Me desnudaste y dejaste que el frío consumiera mi energía, que destruyera mis huesos. Me destruiste con tus propias manos, haciéndome creer que nada era lo que parecía, que la unica respuesta en este mundo era el amor.
Tú no sabes amar. Tú no tienes corazón. Tú no sabes lo que es el amor.
El amor no destruye, el amor no juega así, el amor no consume, el amor no promete para luego traicionar. Tú no eres amor. Eres mierda.

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