domingo, 28 de junio de 2015

Migajas


Migajas. 

Sed.

Sueño. 
Pedazos de mi, rastros de una fe que perdí.
Huellas. 

Arena mojada y pies descalzos. 
Marea alta que perfuma la ciudad, los rincones más solitarios de este caos y tu habitación.
Miseria.

Vivir al borde del precipicio, amar para que duela, que duela por amar.
Maldita enfermedad terminal que juega con el tiempo, que lo reta, que lo acelera, que lo aligera.
Paz inexistente, paz moribunda. 
Náuseas de todo, virtud que se hace agua, 
que se dispersa como el océano en la infinidad, que no conoce de límites, 
que mis ojos no logran capturar.
Deseo. 

Absurdo desear, que no se explica, 
que no se acopla a ninguna lógica, 
que desordena sábanas, 
que alborota nudos irresueltos en mi mente.
Llorar. 

Resignación y costumbre.
Silencio, callar. 
Hastío, repugnancia. 
¿A dónde fuimos a parar? 
Mapas que no se reconocen,
brújulas que pierden el horizonte, pasos que no saben andar.
Contradicción

Tu boca que tienta posibilidades imposibles. 
Tu boca que engaña sin realizar promesas,
tus manos que me empujan y me recogen, 
tu cuerpo que se acopla al mio, que transgrede mi ridícula integridad, 
que me consume, que me debilita.
Negación.

No quiero salir de aquí porque no sé cómo hacerlo
me conformo recogiendo migajas de lo que quedó, 
cenizas de algo que no existió más que en mi imaginario, 
de algo que invadió cada una de mis madrugadas sonámbulas
que me condujo sin querer a degustar un lado de la vida que me generó adicción,que ahora no puedo dejar.

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