viernes, 15 de abril de 2016



Querida yo,

A veces te olvidas que eres una buena persona. Que deberías dejar de buscar que otras personas te den lo que necesitas o te digan lo que te gustaría escuchar...hazlo tú misma, ellos jamás lo harán.
A veces esperas, sabiendo que ya no quieres hacerlo, solo por miedo a perder...Estás perdiendo el tiempo...¿ Quién te va a dar eso de vuelta?
A veces miras a la nada y esperas encontrar respuesta. Una vez más, la única respuesta de por qué estás aquí es porque tú misma lo decidiste así.
¿Vives pensando que él algún día volverá a ser aquella persona de quien te enamoraste ? Te corrijo...¿No será más bien aquella persona que idealizaste pero que él nunca fue?
Quiero que te preguntes algo ¿Cuántas veces has llorado en los últimos meses? Muchas ¿verdad? ¿Y en los últimos años?
Has estado rodeada de gente que entró y salió de tu vida y algunos tomaron un poco de ti. ¿Qué tomas tú? Sé que no te gusta jugar así, sé que siempre terminas siendo la que pierde, sé que en esta lucha de poder estás desarmada. No aparentes que no lo estás, sé que tienes miedo de mostrarte vulnerable, pero créeme, hay cierta fuerza también en ello. La fuerza de mirarte tal y como eres, de aceptarte.
Ahora quiero que hagas una pausa y te seques las lágrimas y mires todo a tu alrededor. ¿Estás en el lugar en donde quieres estar? Pero sobre todo, ¿Sabes en dónde quieres estar?
Sé que ahora podrías decirme que harías cualquier cosa por tener un abrazo suyo, escuchar su voz para sanarte...Pero nada de eso sucederá. Él no está, pero sobre todo, él no está para ti. ¿Qué vas a hacer ahora?
 Tienes dos opciones. Sí, reduje todo a dos opciones y esta vez tienes que ser radical. Tú no eres una chica de puntos medios, de ambiguedades: O vives imaginando su compañía o te acompañas a ti misma.
Sé que la segunda opción es la más difícil de todas, lo sé porque él ( y fue porque tú lo permitiste) te ha hecho convencerte de que eres todo lo que, en el fondo, tú y yo sabemos que no eres. Deja de cargar sobre la espalda la responsabilidad y culpa de todo esto. No tiene sentido que sostengas algo que sabes que cuando él desee decidirá derrumbarlo sin pensarlo dos veces. Sabes que esto último es cierto. ¿Él pondría las manos al fuego por ti? ¿Tú pondrías las manos al fuego por él? Respóndete eso y sea cual sea la respuesta mira lo que tienes (o no tienes) ahora. No mires atrás, no mires al futuro que te encargaste de dibujar en sueños. Mira ahora y piensa...¿Quieres esto?
Tómate tu tiempo...Eres consciente de que podrías desaparecer y él no lo notaría. Pensará que lo único que te hacen falta son smileys y migajas de atención cuando sabes que no es así. 
Te digo algo y quiero que lo entiendas: No tienes la culpa de querer un amor grande.
Es más, luego de todo lo que has vivido y entregado, lo mereces, siempre lo mereciste. Pero llega el punto donde esperar que este amor llegue es absurdo y donde hay que darse cuenta que jamás nadie te amará como lo harías tú misma. 
Nadie lo hará, quítate los cuentos mágicos e historias felices de la cabeza. Esta es la vida y es más dura de lo que parece porque viene llena de decepciones pero también de alegrías.
¿Recuerdas aquella vez en donde te empezó a importar muy poco todo y pasaste un día desnuda en tu habitación viendo películas y comiendo porque eso era lo que necesitabas? Fue hermoso ¿no? ¿Recuerdas aquella vez en que decidiste pasar un domingo sola caminando por Miraflores, escuchando musica y observando a la gente? Fuiste feliz, fuiste muy feliz. De la soledad supiste sacar por momentos lo mejor. Inspiraste tu mente. Hazlo ahora. Sueña, permítete soñar sin miedo, sueña contigo misma.
Que destruyan todo pero jamás tus sueños. Mira dónde estás ahora...¿Recuerdas que de niña no sabías si sería posible? No sabias si sería posible viajar como has viajado, estudiar lo que has estudiado. Ahora tienes la oportunidad. ¿Recuerdas todas las veces que te dijeron en el colegio que no podías? Tú siempre supiste que PUEDES.
¿Recuerdas cuando las otras niñas no querían jugar contigo? Tú usabas tu tiempo a solas cantándote a ti misma.¿ Por qué ya no cantas? Te encantaba. Te llenaba. Hazlo...canta con el alma y anímate a soñar. Que destruyan todo, que lo hagan mil veces, Andrea. Pero tú protege tus sueños y cuidate a ti misma, porque solo podrán destruirte si tú lo permites. No lo permitas, es tiempo de que dejes de soñar con que te amen, ámate tú misma.
 
 

domingo, 10 de abril de 2016

El tiempo pudo más

Para qué gritar si ya no me escuchas. No es el tiempo, no son los kilómetros, es el frío que se hospeda en tu corazón. No me escuchas porque la vanidad entra de vez en cuando a jugar con tu mente, con tus sentidos y no lo notas pero hace tiempo que mi alma te recita cartas de despedida.
Para qué amar si no sabes recibir. Te entrego el corazón sostenido en mis dos manos entrelazadas y no estás del otro lado de la puerta cuando te llamo. No estás y no sé dónde buscarte, no sé si quiero encontrarte.
Para qué sonreír si espontáneamente serás capaz de robarme aquella sonrisa. Me acostumbro a ver deslizarse sobre mi rostro mil lágrimas negras. Lluvia oscura de recuerdos, lluvia oscura de nostalgia. Me trago todo con rabia, con rencor, con decepción. ¿Dónde mierda escondiste ese poquito de esperanza? 
Para qué respirar si ese aire tuyo ya no me corresponde, lo siento contaminado, te siento ajeno, te siento extraño. Tengo los ojos cansados, los labios deshidratados y sobre mis rodillas los rastros de un sueño que construí sola pero que no pude ver.
Para qué explicarlo si frente a ti siempre seré una criminal, oveja negra que altera tu camino, hechizo cruel, vicio por vencer. Siento tus dedos sobre mi frente, dibujas montañas para escalar sobre ellas, un continente entero, un mar innavegable, siento la sangre derramarse sobre mí, la culpa, el juicio donde no se me permite argumentar.
Para qué intentar si sé que se avecina un final. El tiempo pudo más.

miércoles, 6 de abril de 2016

seis de abril

Rasgando mi piel, mis uñas se incrustan sobre mis lunares, quiero sumergirme en ellos, cual agujeros negros, túneles que me conduzcan a un mundo paralelo, a un lugar donde pueda apoyar la cabeza, descansar.
Caen mis cabellos, uno por uno, me envuelvo con ellos, trato de camuflar un poco mi cuerpo desnudo, de creer que así es posible abrigarme el alma. Trato de dibujar con ellos caminos sobre los cuales andar, intento construir mapas y ciudades donde refugiarme, inventarme viajes que aun no emprendo, alimentar la esperanza y que así esta me regale un poco de energía, aquella energía que a veces falta para vivir bien.
No logro brindar alguna explicación, estoy cansada de responder, no tengo más argumentos, no tengo más justificaciones. No tengo nada que decir, tengo la boca, la mente, el cuerpo vacíos...Tengo mi mundo entero vacío. Estoy vacía y tan solo escucho los ecos del viento que se mece al entrar y salir de la habitación. Transiciones sin rumbo, procesos que parecen no tener final. Punto indefinido e incierto sobre el cual comienzo a dar vueltas, giro, giro, siento la locura encima de mí, siento la ansiedad, siento el miedo, siento la soledad.
Grito pero he perdido la voz. Grito pero nadie me escucha, no puedo escuchar a los demás. No hay nadie aqui adentro, no hay nadie allá afuera.
Se caen los higos del árbol. Piso las hojas secas por puro placer. Crac, crac, crac. Me arrastro y huelo el césped, me revuelvo en el lodo y comienza a llover. Llueve y no ya no siento cuando lloro. La lluvia se mezcla con mis lágrimas. Aguita salada que mi lengua de rato en rato insiste en probar. 
Un golpe en el corazón. Una nueva cicatriz. Tengo las rodillas sucias, los pies descalzos, las manos vacías. Camino perdida y así voy perdiendo caminos. Voy perdiéndolo todo, ya no tengo nada más que dar.

martes, 5 de abril de 2016

abril

Solo puedo ver esta escena, logro desincorporarme y salir de mí misma, lo veo todo más claro: unos años más, un estilo diferente, los mismos ojos tristes, la ansiedad que contengo en la taza de café que insisto en beber sola.
Una conversación conmigo misma. Nada nuevo, un poco más de lo de siempre. No sé dónde estoy y mucho menos cómo llegué aquí. Por momentos quiero escapar, quisiera perder por completo la voz, desintegrarme hasta desaparecer mi corporalidad. Quisiera volverme un suspiro del viento, que pasa desapercibido, sin generar efecto, sin sentir efecto alguno.
Giro la cucharita, doy vueltas al ritmo del café, tibio, oscuro, vivo el misterio que aun no logro descifrar, esa pregunta que me invita a buscar qué existe más allá de esta inmensa soledad.
He tratado de convencerme que me haces bien. Repetí noche tras noche cada escena de felicidad, intenté filtrar de ellas las imágenes contrastantes de las lágrimas derramadas. Quería quedarme con lo bueno, quería creer que todo podía ser bueno, quedarme con la locura que me genera tu olor, tus besos, tu pecho. Quería aferrarme a todo eso, a los despertares tranquilos, a lo que ganamos amándonos sin nociones temporales, mandando un poco al diablo todo lo demás. Quería quedarme con las carcajadas y las cosquillas, con tus pies enroscándose con los míos bajo las sábanas buscando un poco de calor. Quería quedarme con los paseos bajo la lluvia de París, las infinitas fotografías de los viajes compartidos, la música que tímidamente te regalé, con tu voz cantando alguna canción de The Kooks y mi corazón enamorándose cada vez más de ti. Quería quedarme con nuestra primera conversación, con nuestro primer baile y la primera vez que salimos a embriagarnos solo los dos. Repetir en mi mente la primera noche que pasamos juntos y aquella mañana posterior sin desayuno, cuando olvidamos sentir verguenza de nuestra desnudez, cuando olvidamos que acabábamos de romper una regla: mostrar mutuamente nuestras almas desnudas, vulnerables en tan poco tiempo. Confié en ti y te entregué mi corazón, mis noches de insomnio, mis dudas, mis temores, mis heridas sin cicatrizar, todo. Me dejé llevar y decidí hacer mi refugio entre tus brazos, decidí aferrarme a ti, me prometí que jamás te perdería, que haría lo imposible por caminar siempre a tu lado. Me permití soñarlo todo a tu lado, soñar aquello que antes consideraba ridículo, decírtelo, hacer planes juntos, tener la seguridad de que no serían simples ilusiones.
Me observo y te busco. Te busco en aquel rincón de mi cama para ver si aun puedo encontrar un poco de ti. Te busco en mis canciones sin melodía, entre las hojas de Rayuela, en mi armario, en la taza de café que sostengo entre mis manos. No te encuentro. ¿Dónde diablos estás?
No quería dejarte ir. No quería dejarnos ir. ¿Por qué te resistes a escuchar? ¿Por qué insistes en culparme una vez más? Dime, corazón. ¿Cuándo dejaste de mirarme con los ojos de antes? ¿Cuándo decidiste creer que era un monstruo? Dame una pista, déjame saber que me estoy equivocando, tómame de nuevo y repítemelo, no sabes cómo duele por dentro, no sabes cómo duele darme cuenta que no soy lo que tu creías, que no soy lo buena que decías que era. ¿No lo soy?

jueves, 4 de febrero de 2016

Todo, todito

La sombra desnuda, el pedacito de vida que se concentra en una fotografía, las marcas que el sol va borrando de mi piel, el tiempo y la distancia, todos, toditos culpables.
Horizontes inciertos, astronomía salvaje, cosmos que no reconozco, mi boca que se clava en penas pasadas, mis manos que por ratos buscan tocarlo, buscan encontrarlo en algún rincón de mi almohada. No está. No estoy.
Los pasos desviados, la travesura de perdernos en las sabanas, el placer de comernos a besos, todo, todito se va.