Creo
Que
No
Me
Quiero
Ir
Sin
Ti.
Parece
Imposible
Dejarte.
martes, 28 de julio de 2015
jueves, 16 de julio de 2015
Adiós
Algo cambió.
Aun dolía, pero era distinto. Verte de esa forma terminó de destruirme pero también de abrirme los ojos. Tú no eras para mí, aunque me resistiera, aunque quisiera forzar todo, aunque por momentos te deseara con ganas desesperadas... Jamás serías para mí.
Esperaba una respuesta, pero ya sabía que no la tendría y al confirmarlo supe que no podía seguir huyendo de la realidad, todo estaba tan claro, era hora de decirte adiós en silencio, de dejarte ir y sanar a tu manera.
Esta vez no tenía ni las fuerzas ni la voluntad de ayudarte, no me gustaba la persona en la que me convertí por quererte...yo también necesitaba cambiar, necesitaba volver a creer, aprender a confiar.
Ya no tenía sentido pensar o tratar de explicarme en qué momento y por qué nos perdimos. Entendí que la única salida a todo esto era comprender que nunca existió un nosotros...
De pronto sentí que no tenía nada más que hacer aquí. Sentí la lejanía teniéndote a mi lado, aquella distancia que me hizo detestar aquel último beso. No te sentí...sabía que ambos nos habíamos perdido.
Te dejo... porque no tengo nada más que ofrecer, porque tampoco puedo prometer, porque no quiero que me prometas nada, porque tampoco podrías hacerlo, porque no puedo confiar. Y lo haré en silencio...te miraré de lejos y desearé que algún día puedas decir que lo lograste. Deseo, con todo el corazón, que aprendas a amar, que no te niegues a hacerlo, que no hieras a nadie más al tomar ese riesgo. Amar implica asumir riesgos, dejar de lado los temores, poner las manos al fuego y mostrarse desarmado. Tenias que aprender a amar y no seria yo quien te enseñaría a hacerlo. No podía ser yo, porque aunque no quisieras aceptarlo, nunca pude ganarme un lugar en tu corazón. Y ya no quería seguir luchando...te perdí sin tenerte...y esta vez no te quiero recuperar.
Aun dolía, pero era distinto. Verte de esa forma terminó de destruirme pero también de abrirme los ojos. Tú no eras para mí, aunque me resistiera, aunque quisiera forzar todo, aunque por momentos te deseara con ganas desesperadas... Jamás serías para mí.
Esperaba una respuesta, pero ya sabía que no la tendría y al confirmarlo supe que no podía seguir huyendo de la realidad, todo estaba tan claro, era hora de decirte adiós en silencio, de dejarte ir y sanar a tu manera.
Esta vez no tenía ni las fuerzas ni la voluntad de ayudarte, no me gustaba la persona en la que me convertí por quererte...yo también necesitaba cambiar, necesitaba volver a creer, aprender a confiar.
Ya no tenía sentido pensar o tratar de explicarme en qué momento y por qué nos perdimos. Entendí que la única salida a todo esto era comprender que nunca existió un nosotros...
De pronto sentí que no tenía nada más que hacer aquí. Sentí la lejanía teniéndote a mi lado, aquella distancia que me hizo detestar aquel último beso. No te sentí...sabía que ambos nos habíamos perdido.
Te dejo... porque no tengo nada más que ofrecer, porque tampoco puedo prometer, porque no quiero que me prometas nada, porque tampoco podrías hacerlo, porque no puedo confiar. Y lo haré en silencio...te miraré de lejos y desearé que algún día puedas decir que lo lograste. Deseo, con todo el corazón, que aprendas a amar, que no te niegues a hacerlo, que no hieras a nadie más al tomar ese riesgo. Amar implica asumir riesgos, dejar de lado los temores, poner las manos al fuego y mostrarse desarmado. Tenias que aprender a amar y no seria yo quien te enseñaría a hacerlo. No podía ser yo, porque aunque no quisieras aceptarlo, nunca pude ganarme un lugar en tu corazón. Y ya no quería seguir luchando...te perdí sin tenerte...y esta vez no te quiero recuperar.
miércoles, 15 de julio de 2015
Desaparecer
Podía desaparecer en este mismo instante y nadie lo notaría. Quería hacerlo, pero tenía miedo. Sabía que esa era la única solución, que huir temporalmente no calmaría la eterna explosión de mierda en mi vida y estaba cansada de que me hirieran por todos lados sin poder defenderme. El amor ya no era la respuesta, esa fue mi excusa infinitas veces para perdonar, para olvidar, para pasar la página. No podía hacerlo esta vez, sólo quiero desaparecer, dormir para no despertar.
lunes, 13 de julio de 2015
Astromelia
La flor se escondió en la sombra, se hizo pequeña y se acurrucó en las gotas de lluvia que salpicaban del tejado. Anoche el cielo exigía una explicación, laberintos y acertijos se tejieron entre las nubes, pero respuesta nunca halló.
Se enfermó el mar, se enfermó la tierra, el universo se alteró por una milésima de segundo que pareció eterna, que fue suficiente para clavar sobre su viente aquellos trozos de cristal que se resquebrajaron con su partida, los cristales azules sobre los cuales el marrón de sus ojos cansados cobraba vida, se volvía arte.
Tragó, desesperada, el último vaso de saliva de su boca. Saboreó ansiosa aquel amor que sabía que le estaban arrebatando de a pocos, que ya no podía regar. Madrugadas grises, pastillas para dormir, el frío colándose debajo de las sábanas, esa ausencia de ti. El tiempo se invirtió, más lento pasó, verdugo macabro que le recordaba su soledad, la efímera felicidad que le brindó tenerlo a su lado, la falsa promesa del reencuentro.
Perdió la voz y gritó en silencio, pidió auxilio llamando su nombre, pero no la escuchó. Estiró los brazos intentando sostener un poco de aire, abrió la boca para degustar la nada, aquella sensación vacía que le dejaron sus manos tocando su sexo, la rutina de no tenerse, la rutina de ya no quererse.
La pena, la pobreza, la miseria. Dio vueltas sobre su cama tratando de encontrarlo, tratando de descubrirlo quizás por algún rinconcito de su habitación. Abrió y cerró los ojos, trató de devorarse esa realidad que la carcomía de a pocos, por dentro; trato de poner en su sitio las piezas de aquel rompecabezas, pero ellas estaban incompletas y se echó a llorar.
Sus rodillas apretaban su pecho, se abrazó a sí misma y trató de recorrer con sus dedos aquellos lugares de su cuerpo por donde él solía perderse y nada fue igual, nada lo pudo reemplazar, no había remedio para aquella ausencia.
Cabellos oscuros, piel color canela, florecita de Amancay, ¿ en qué momento te perdiste? ¿En qué momento te destruiste así? Ni el café oscuro pudo brindarle calma, aquel vapor se deslizó sobre su rostro, tocándolo, pero no logró reemplazar la necesidad de sus caricias, que el tiempo lejos de él le generó. Caprichosa, necia, tenaz, se levantó desnuda y comenzó a golpearse. Maldita seas, niña, maldita seas, terca niña, has hecho del dolor tu vicio y de su boca, tu droga.
Pero él es veneno y tú no quieres entenderlo...porque también fue música, la más triste y confusa melodía y también la más exquisita. Él fue hijo del cruel destino, hojitas de otoño que no terminaron de caer, fue miel sobre pomelo, fue caminatas desorientadas en la playa. Él fue alimento para tu vida, fue amanecer con sabor a mar, fue pesadilla de noche y abrazo de consuelo al despertar. Él fue templo, carne, dios. Fue tu fe, tus miedos, tu pasión, tu enfermedad. Él fue razón, mentira, pena, dolor. Él fue, sobre todo, amor. Y tu cuerpo ya no lo siente... pero sí tu corazón.
Lasciva agonía
Bocanada de aire sucio.
Las piedras que trajo el río, las recojo y las vuelvo a lanzar.
Salpica el dolor.
Las voces de aquellos fantasmas mentales vuelven a aparecer, susurran y gritan, hablan y reclaman, se burlan todas de mí, no puedo dormir.
Tengo frío, imagino tu piel y me vuelvo pequeña.
Siento cómo se van quebrando uno por uno mis huesos con cada palabra que no dices, con cada perdón vacío con el que te excusas.
La mentira, la oscuridad, necesito respirarte una vez más.
Te necesito, quiero que me tomes, quiero que me mires de cerca una última vez, quiero que grabes en tu mente mi mirada desesperada, quiero poder encerrarte en ella.
Quiero robarte un poco de lo que te llevaste de mí, sentir que estoy ganando mientras lo pierdo todo, quiero transgredir los protocolos e inventarte una historia nueva para enredarme en tus piernas, para aferrarme a tu pecho, para caminar nuevamente sobre tus lunares.
Quiero elevarme y volver a caer.
Quiero probar un poco de ese infierno, saborearlo para no olvidar lo que se siente arder por dentro. Pensamientos masoquistas, anorexia de amores saludables, dependencia emocional.
No tengo otro remedio más que beber un poco de tu esencia tóxica, quiero desvanecerme de esta forma, quiero sucumbir en tus brazos.
No puedo más, no puedo contenerme más.
No puedo. No quiero.
Te deseo.
Penetrante ansiedad que perfuma cada rincón de mi cuerpo deseoso de que lo toques, de que lo muerdas, de que lo mires con lascividad.
Hoy no soy yo, no lo seré jamás, me he perdido y no quiero regresar.
Quiero jugar sucio, quiero deshacerme de cada rastro de vulnerabilidad,
quiero jugar de la misma forma en que tú lo haces,
quiero que me contagies de tu frivolidad.
Tú, mi pecado; tú, mi tentación,
mentiroso amuleto que orienta mis pasos desviados, que hiere mis pies, que me enferma...
estoy enferma de ti, nauseabunda de los secretos que se van revelando, de aquellas mentiras que nunca descubriré.
Y sin embargo, sigo aquí, aprendí a disfrutar del caos el día en que te conocí.
Las piedras que trajo el río, las recojo y las vuelvo a lanzar.
Salpica el dolor.
Las voces de aquellos fantasmas mentales vuelven a aparecer, susurran y gritan, hablan y reclaman, se burlan todas de mí, no puedo dormir.
Tengo frío, imagino tu piel y me vuelvo pequeña.
Siento cómo se van quebrando uno por uno mis huesos con cada palabra que no dices, con cada perdón vacío con el que te excusas.
La mentira, la oscuridad, necesito respirarte una vez más.
Te necesito, quiero que me tomes, quiero que me mires de cerca una última vez, quiero que grabes en tu mente mi mirada desesperada, quiero poder encerrarte en ella.
Quiero robarte un poco de lo que te llevaste de mí, sentir que estoy ganando mientras lo pierdo todo, quiero transgredir los protocolos e inventarte una historia nueva para enredarme en tus piernas, para aferrarme a tu pecho, para caminar nuevamente sobre tus lunares.
Quiero elevarme y volver a caer.
Quiero probar un poco de ese infierno, saborearlo para no olvidar lo que se siente arder por dentro. Pensamientos masoquistas, anorexia de amores saludables, dependencia emocional.
No tengo otro remedio más que beber un poco de tu esencia tóxica, quiero desvanecerme de esta forma, quiero sucumbir en tus brazos.
No puedo más, no puedo contenerme más.
No puedo. No quiero.
Te deseo.
Penetrante ansiedad que perfuma cada rincón de mi cuerpo deseoso de que lo toques, de que lo muerdas, de que lo mires con lascividad.
Hoy no soy yo, no lo seré jamás, me he perdido y no quiero regresar.
Quiero jugar sucio, quiero deshacerme de cada rastro de vulnerabilidad,
quiero jugar de la misma forma en que tú lo haces,
quiero que me contagies de tu frivolidad.
Tú, mi pecado; tú, mi tentación,
mentiroso amuleto que orienta mis pasos desviados, que hiere mis pies, que me enferma...
estoy enferma de ti, nauseabunda de los secretos que se van revelando, de aquellas mentiras que nunca descubriré.
Y sin embargo, sigo aquí, aprendí a disfrutar del caos el día en que te conocí.
domingo, 5 de julio de 2015
Divagando
Las
yemas de mis dedos que queman y que se aferran a tu lunar (a ese lunar rojo que
marca horizontes, que define amaneceres y dibuja puestas de sol para dos), se
deslizan de a pocos, con sutileza, hasta alcanzar la curva de tu espalda donde
parece aclararse todo: mi libertad, tus temores, las preguntas que aún no nos
atrevemos a formular ni responder.
El
tiempo y el ritmo. El ritmo que acompaña tus respiros que son vida, que son
alma, que simplemente son arte. El tiempo que a veces se nos presenta como un
aliado, como testigo fiel y justo de la dinámica que emprenden nuestros cuerpos
desnudos para fusionarse en uno solo, para absorberse por un instante. El
tiempo que en otras ocasiones nos traiciona, que nos da la espalda y juega a
ser enemigo, el peor de todos e incluso el único, aquel que marca fúnebres
finales y aplasta esperanzas, quiebra posibilidades y niega realidades
paralelas.
Vuelo,
me elevo sobre tu cabello desordenado, sobre tus ojos cansados color caoba y
respiro tu infinito aroma a mundo. Vuelo, me tocas, vuelo. Me elevo, no tengo
miedo de caer y si caigo mi alma espera que sea sobre tu cuerpo, espera rozarlo
nuevamente, espera aferrarse a él.
Vuelo para observarte por completo, para fotografiar tu anatomía, para grabarte en mi mente, para guardarte en mis pupilas. Vuelo para regresar y posarme sobre tu ombligo, para dibujar nuevos caminos al unir tus lunares, para resbalarme sobre la curva de tus rodillas y nadar sin prisa en tu saliva.
Vuelo para observarte por completo, para fotografiar tu anatomía, para grabarte en mi mente, para guardarte en mis pupilas. Vuelo para regresar y posarme sobre tu ombligo, para dibujar nuevos caminos al unir tus lunares, para resbalarme sobre la curva de tus rodillas y nadar sin prisa en tu saliva.
Te
miro, me alejo, me acerco, me aferro. Múltiples sensaciones, indefinibles,
incomprensibles. Placer, delirio, ilegalidad. Adorarte no es pecado, adorarte
es fluidez, energía, vibración pura. Adorarte tiene sentido, lógica, razón.
Adorarte sin noción de reciprocidad, sin esperar nada a cambio, así de simple,
adorarte porque sí.
Quiero.
Te quiero. Quiero treparme sobre tu pecho, enroscar mis piernas a tu cintura,
que tomes la mía con tus manos, que tatúes las marcas de tus uñas sobre ella,
que me beses sin miedo, por necesidad.
Quiero que me necesites, que sepas quien soy, que me digas quien soy, que me lo digas en silencio, que me lo digas mientras hacemos el amor, que una vez más me tomes, que no me sueltes nunca, que me permitas sumergirme en cada una de las fantasías que aún no confiesas, que me desnudes por completo y sin pena, sin vergüenza, sin consideración.
Desnúdame, desnúdate, permíteme verte por completo, permítete verme por completo.
Quiero que me necesites, que sepas quien soy, que me digas quien soy, que me lo digas en silencio, que me lo digas mientras hacemos el amor, que una vez más me tomes, que no me sueltes nunca, que me permitas sumergirme en cada una de las fantasías que aún no confiesas, que me desnudes por completo y sin pena, sin vergüenza, sin consideración.
Desnúdame, desnúdate, permíteme verte por completo, permítete verme por completo.
Y
hazlo… hazlo despacio como retando al tiempo, como enfrentando la dinámica
acelerada que sigue el mundo.
Muérdeme, devórame, desátame, tómame. Una vez más, permíteme volar, elevarme desde tu cuerpo, sé ese impulso que me haga llegar a universos desconocidos, descifrar enigmas insospechados, perderme en la metafísica de tu alma.
Muérdeme, devórame, desátame, tómame. Una vez más, permíteme volar, elevarme desde tu cuerpo, sé ese impulso que me haga llegar a universos desconocidos, descifrar enigmas insospechados, perderme en la metafísica de tu alma.
Estoy
divagando… la mezcla, la fusión de sensaciones resulta embriagante y adictiva.
Estoy divagando… y el deseo de traspasar tu piel, de ocultarme en algún rincón
desconocido de tu anatomía me invade.
Tengo ganas de transgredirlo todo, de transgredirte.Tengo ganas de quebrar las leyes del espacio y el tiempo, de redefinir los términos del juego, de este juego en donde no logro comprender cuál es mi papel, que aún no sé jugar.
Tengo ganas de transgredirlo todo, de transgredirte.Tengo ganas de quebrar las leyes del espacio y el tiempo, de redefinir los términos del juego, de este juego en donde no logro comprender cuál es mi papel, que aún no sé jugar.
Enfermedad
Besos nauseabundos de tu salivante lengua áspera.
Enferma, exhausta, indecisa.
Entrar y salir, huir para regresar.
Frío, ansiedad, nostalgia.
Ilusa agonía que me contiene entera en una lágrima negra que se desliza sobre mi mejilla.
Ignorancia, ingenuidad, maldita confianza.
No vale nada, nada es lo que vale.
Apostar para perder, perder sin apostar.
Masoquismo que me absorbe, que me atrae hacia tus sabanas.
Gritar, morder tu cuello, aferrarme a tu espalda, arañarte el alma,
rogar en silencio que permanezcas a mi lado un instante más.
Necesidad que agota, infelicidad y conformismo.
Un poco más de nada, por favor.
Al borde
Su mirada cristalina, faroles que alumbran de noche, baúl de secretos, refugio de atardeceres inconclusos. Letras que se deslizan, palabras que no se pronuncian, oraciones sin punto final...la infinidad del suspenso y mi jugada clave: la omisión.
Tentación...Cruzar límites que no establecimos, desafiar compromisos que no reconocimos, romper un nosotros que nunca existió.
¿Qué puedo salvar de esto, corazón?
¿Alguna vez hubo algo que salvar?
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)
